Esta encantadora villa se encuentra a pocos minutos en coche del Club de Golf de Pollensa, así como del pueblo y las playas del norte de la isla. Con una ubicación ideal para disfrutar de la tranquilidad y al mismo tiempo estar cerca de todos los servicios y atractivos locales, es el lugar perfecto para unas vacaciones inolvidables.
La villa ha sido construida respetando el carácter tradicional isleño, con una fachada de piedra vista que se integra perfectamente con su entorno natural. Su interior es acogedor, con un estilo rústico que incorpora toques artísticos, creando un ambiente cálido y relajante. Los muebles son cómodos y están bien distribuidos, brindando el confort necesario para disfrutar de una estancia agradable.
En la planta baja, la villa cuenta con un salón amplio y luminoso, un comedor y una cocina totalmente equipada. Además, dispone de un lavadero. También se encuentra un dormitorio con una sala de estar privada, ideal para quienes deseen más privacidad. En esta planta, hay un aseo con ducha y un cuarto de baño adicional en el vestíbulo de entrada, que dispone de una pequeña combinación de ducha/bañera, inodoro y bidé.
En la planta superior, se encuentran dos dormitorios adicionales, cada uno con dos camas, que comparten un cuarto de baño con ducha. Todos los dormitorios están equipados con aire acondicionado para garantizar un descanso cómodo y placentero.
Las zonas exteriores de la villa ofrecen un ambiente de paz y tranquilidad. Al frente, hay dos terrazas cubiertas y amuebladas, una de ellas junto a una barbacoa de obra, ideal para disfrutar de un delicioso desayuno o una cena al aire libre. En la parte trasera, se encuentra la piscina, rodeada por un amplio solárium con tumbonas y una zona sombreada con mesa y sillas. Desde esta zona, las vistas son espectaculares, con el Puig de María a la izquierda y la impresionante bahía de Puerto Pollensa al frente.
El jardín de la villa está cuidadosamente diseñado con una variedad de arbustos, árboles y césped, creando un ambiente vibrante y natural. Los jardines maduros brindan una sensación de privacidad y permiten a los huéspedes disfrutar de la belleza y tranquilidad del entorno.